--- La Última doncella ---
He vendido mi virgo por Internet y me han dado 15.000 euros por él. Una
vez desposeída de vergüenza y sin nada que perder he decidido experimentar todas
las parafílias sexuales conocidas. Pero no han sido suficientes, mi
cuerpo pide más. Quiere volver a nadar en ríos de flujo y continuar chupando el semen a los cuerpos. Quiere que el culo pase del rojo al
morado y que sobre los tatuajes luzca la piel quemada que provoca la cera
hirviendo. No hay dolor si la excitación es suficiente, no existe la
insatisfacción corporal cuando te ahoga el deseo. El dolor físico nunca
es un problema, conozco más de mil maneras de hacer daño a mi ser. Es
tan fina la línea que separa el dolor del placer, que me he convertido en una
sádica sin saber ni cómo ni porqué. Poco a poco cojo el bisturí y voy
seccionando partes de mis ojos, porque me he sumado a la filosofía del
folla mucho, follar bien, pero no mires con quién, no veas lo que no
quieres ver.
Tic, tac, tic, tac… te regalo un orgasmo más.
Por favor, la próxima vez que te corras; ¡hazlo en mi boca! Aunque sabes
que sólo me gusta si me lo haces por detrás, polvos clónicos, sin
sentido, siempre igual. Disfrutar, no disfrutar, que más da si el morbo
es tan sólo una ilusión mental. En esos casos sólo queda respirar, eyacular… y
mañana más.
Súbete a lo alto de esa torre y predica a voz en grito lo
bien que te la he comido, con un poco de suerte habrá más interesandxs
esperando. Mi cuerpo se ha transformado en el templo de dioses paganos
afeminados, de súcubos transtornados por el olor de los fluídos, y ahora me da igual el dónde, el cuándo y el porqué, sólo pienso en
beber-te. Experimentar las capacidades del cuerpo, con la esperanza de
reventar en el intento.
Sí, ya lo tengo claro ¡éste va a ser mi nuevo evangelio!
--- Último tango en Madrid ---
Esa mañana de lunes Ella se levantó con una sonrisa en la boca.
A pesar de ser pronto, muy pronto, demasiado pronto para todo, desayunó
y se vistió lentamente, se cambió varias veces de modelo hasta verse lo
suficientemente sexy. Dio un beso en la mejilla a la persona que dormitaba
al otro lado de la cama, cerró la puerta y se marchó. Mientras en otra
parte de la ciudad Él se estaba duchando. Habían quedado como casi
todos los días en aquel sótano sucio y olvidado. Como siempre Ella
llegaba tarde, Él ya la estaba esperando apoyado en la pared negra
frente a la puerta. Una vez Ella cruzó el marcó, lo que se venía
gestando estalló. No hubo saludo, ni iniciación, solamente la tensión
que se mascaba en sus miradas. Aún sin mediar palabra Él se acercó a
Ella y le metió la mano por debajo del vestido hasta llegar al centro de
sus piernas. Pasó ahí largo rato, buceando, estimulando, mientras su
sexo crecía. El baile había comenzado, los cuerpos empezaron a llamarse
mutuamente. Rápidamente le arrancó la ropa, no podía esperar ni un
segundo más para hacerlo suyo. Así esos dos cuerpos esculturales
quedaron al desnudo. Se manipularon contagiándose de esa pasión
enfermiza. Ella cogió su falo entre las manos y arrodillándose se lo
acercó al pecho. Comenzó a lamerlo, desterrando ya en ese momento su
mirada tímida característica. Aparecieron las primeras gotas de sudor
mezclándose con el olor de los fluidos, los de Ella se hacían cada vez
más abundantes. Había llegado el momento, la levantó del suelo y la
empotró contra la pared, ya no se veían las caras, solo sentían sus
cuerpos firmes y erectos. Y así sin avisar, sin preocuparse de nada más,
la penetró bien adentro, tanto que Ella casi pudo rozar el cielo.
Los gemidos subían de intensidad, las espaldas se contraían y se
destensaban.
-Un poquito más, un poquito más, se la oía susurrar, ahí, ahí, umm que rico, aquí está.
-Te gusta así, te lo hago bien, ¡oh sí!, ¡oh sí! decía él. Dios voy a correrme….
-¿Quedamos mañana a la misma hora en el mismo lugar?
-Me parece una idea genial, no se te ocurra faltar.
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